La incontinencia urinaria es uno de esos temas que muchos pacientes me cuentan en voz baja, con pena o incluso sintiendo que es “normal por la edad”. Y no, no es normal vivir con miedo a estornudar, reírte o salir de casa por si se te escapa la orina.
Yo lo digo siempre en consulta: perder orina sin querer no es algo que tengas que aguantar, ni es algo de lo que debas sentirte avergonzado. Es un síntoma que podemos tratar, y en muchos casos, mejorar notablemente o incluso resolver.
¿Qué es la incontinencia urinaria?
La incontinencia es la pérdida involuntaria de orina. Es decir, que se escape la orina sin que puedas evitarlo. Puede ser una gotita… o puede ser mucho más. Y aunque muchas personas creen que solo le pasa a adultos mayores, lo cierto es que también afecta a mujeres jóvenes después del parto, a hombres con problemas prostáticos, e incluso a personas sanas que hacen mucho ejercicio.
¿Por qué sucede?
Hay varios tipos de incontinencia, y cada uno tiene causas distintas. Te explico los más comunes:
- Incontinencia de esfuerzo: Es la más común en mujeres, sobre todo después de varios partos. Se escapa orina al toser, reír, levantar algo pesado o hacer ejercicio. ¿La razón? Los músculos del piso pélvico están debilitados y no logran contener la orina cuando aumenta la presión abdominal.
- Incontinencia de urgencia: Aquí, la persona siente de repente una necesidad muy intensa de orinar… y no le da tiempo de llegar al baño. Se relaciona con una vejiga “hiperactiva”, que se contrae antes de tiempo. Puede presentarse tanto en hombres como en mujeres.
- Incontinencia mixta: Es una combinación de las dos anteriores: esfuerzo + urgencia. Muchas mujeres la presentan, pero también algunos hombres mayores.
- Incontinencia por rebosamiento: Más común en hombres con próstata crecida. La vejiga no se vacía bien, y se va llenando hasta que se desborda. En estos casos, puede haber goteo constante de orina.
¿Es algo grave?
No es una emergencia, pero sí es una condición que afecta la calidad de vida. Mis pacientes me cuentan que evitan salir de casa, se sienten inseguros, duermen mal por levantarse muchas veces al baño o se sienten avergonzados todo el día.
Además, en algunos casos la incontinencia puede ser señal de un problema subyacente, como un daño neurológico o una obstrucción urinaria.
¿Tiene solución?
Sí, y depende de la causa. Por eso lo más importante es una evaluación adecuada, para saber qué tipo de incontinencia tienes y qué tratamiento puede ayudarte. En consulta hacemos una historia clínica detallada, exploración física, análisis de orina y, si es necesario, estudios urodinámicos o imagen.
Algunas opciones de tratamiento son:
- Ejercicios de Kegel y fortalecimiento del piso pélvico (ideales en incontinencia de esfuerzo, y guiados por fisioterapia especializada).
- Medicamentos para controlar la vejiga hiperactiva (utilizados en la incontinencia de urgencia).
- Tratamientos mínimamente invasivos como inyecciones de toxina botulínica (botox) en la vejiga, que ayudan cuando los medicamentos no funcionan.
- Cirugía, como las mallas suburetrales en mujeres o procedimientos prostáticos en hombres, cuando está indicado.
¿Y si ya probé cosas y no funcionaron?
Cada caso es diferente. A veces lo que no funcionó fue el tratamiento… y otras veces fue el diagnóstico. En mi práctica como urólogo, me enfoco en entender bien qué está pasando y explicártelo con claridad. No es un tema “de señoras mayores” ni “de hombres que ya están grandes”. Es un problema médico que puede y debe tratarse.
Hablar de incontinencia puede dar pena, pero es mucho más difícil vivir con ella en silencio. Si estás pasando por esto, acércate. Estoy aquí para ayudarte a entender qué está pasando y qué podemos hacer para que recuperes tu tranquilidad. No estás solo, ni tienes por qué acostumbrarte a vivir con esto.
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